jueves, 28 de junio de 2012

Somos.

Somos de lineas rectas; paralelas que se quieren, pero no se tocan.
Somos ondas en el cielo, que buscan tener manera pero siempre son amorfas.
Somos como pajarillos sin nido, buscando y buscando, pero casi nunca encontrando.
Somo así de callados, como el silencio cuando dormimos, o como la bulla cuando nos abrazamos.

Somos de lineas rectas, que se cortan entre sí, pretendiendo un abrazo.
Somos casi onduladas, imitando la forma del otro. Sin éxito, por supuesto.
Somos los huevos sin madre, el embrión sin útero, el hijo que nadie quiso.
Somos como el viento de día, que vuela sin prisa o con ella si desea.

Somos dos sin llegar a ser nos.
Somos uno, sin formar parte del otro.
Somos muchos, más que ellos.
Somos más que las nubes que navegan en silencio.


Somos así, cielo mío. 
Y sin el nos, pero no me afecta.
Somos, y eso es lo que importa.

viernes, 8 de junio de 2012

Bombas en el pecho y corazones en la mente.

—¡Tengo un corazón real!

No le sabía algún otro rostro diferente al pasivo y aburrido de siempre, nada como el sonriente y sonrojado que me presumía ahora. Vale, que se veía más vivo, por decirlo así. Aseguraba entre saltos de dicha que tenía un corazón, ¡Uno real! Valga usted a saber si era verdad o no, pero se le veía feliz. Y eso era lo extraordinario.

— Valeria, te digo, tengo un corazón real. ¡Late, suena, se siente pesado y hasta duele! ¡Uno real, carajo!

— Calla, tarado. Que te oyen y nos amonestan. ¿Qué sandeces dices? ¿Corazón? ¡Has perdido el juicio!

— No, que tengo uno. Acá, acá. Del lado izquierdo. Dale, siente, siente...

Todo está en la mente, me dije. Y es que cuando le toqué el pecho caliente, sólo sentí el motor de la bomba.

— Quizá sea hora de que te cambies la bomba, la IEV promociona la actualización de la 3k90.

— Valeria... ¿Es que no lo sientes?

Si se refería al latido de la bomba, sí que lo sentía. Le venían algunas reparaciones, su motor estaba viejo, parecía un pequeño vibrador en el pecho.Y eso no me hizo sentir bien. Rodrigo y su corazón falso (o no) me habían aflojado los lagrimales; y un poquito los recuerdos de antes, cuando creía que se podía tener corazón si uno lo deseaba lo suficiente. ¿Por qué uno no tiene lo que desea?

— El corazón está en la mente, en el pecho tienes una bomba que te mantiene vivo. ¡Una bomba! con engranajes y cables. ¿Caliente, dices? ¿Y que te duele a veces? Pues te digo, actualiza tu modelo, es viejo y pequeño. ¿Acaso tu madre no te dijo que cuando cumplieras los quince la tenías que cambiar? Uno crece, y la bomba debe cambiarse a una más grande para tolerar mejor la vejez. Y si el tuyo te duele es porque algo debe estar mal, mira sino es un cable suelto. Y si toca algún nervio, te va a doler mal. Quizá ya te haya tocado alguno, y hasta estropeado. ¡Actualizar es la clave!

— Pero que bonito hubiera sido, ¿no, Valeria? Ilusionarse con que todo se guarda ahí, y no en el recuerdo. Y que no importa el tiempo que pase o que no pase, siempre estará todo allí. Con los mismos colores, con los mismos sabores y texturas. ¡Hasta con las mismas emociones! Porque la mente a veces tergiversa, y hasta peor, olvida. Pero que bonito hubiera sido. Si uno no se guardara las cosas en la mente, y sólo en la mente. Y que lástima que uno tenga una bomba con motor y que la mía esté vieja y pequeña. Pero igual duele; sí, quizá haya algún cable suelto.

Que putada. Que digo, patada. Y me salió con esas; él, que no parecía vivo, más bien un fantasma de carne y hueso, y cabellos rubios. Me dice (más bien susurra, con voz rasposa y quebrada) que hubiera sido bonito. ¡Bonito! Es que Rodrigo nunca aprendió, nunca supo. Que la vida es como es, y uno tiene lo que tiene. Y si le digo que la bomba en su pecho es sólo eso, es porque es así. Yo misma lo comprobé, y esa ilusión se disolvió para siempre. El que siente, es porque necesita un estímulo. O más bien su mente. Porque uno es una marioneta. De carne y huesos, y cabellos coloridos. Y bombas con motor, engranajes y cables sueltos. Y por la culpa de ese pelotudo, la bomba mía se había estropeado (o re-estropeado).

— Pero sí, hubiera sido bonito...


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Esta locura cursi y tonta es una ¿crítica? Quizá algún punto de vista mal expresado que me conseguí por alguna parte de mi mente. No tiene mucho sentido, como casi todo lo que pienso. Pero nada, quería robarme este espacio para agradecer a cualquier mente curiosa que me lee, susurra y crítica. Bienvenidos sean todos. 

Ya, me voy. 

Saludos, mentes ávidas.

viernes, 1 de junio de 2012

Camila.

Dibujo de Ana Guann


Camila fue un retrato que hice para un concurso. No me costó mucho, el carboncillo se deslizaba por el papel con naturalidad, igual que el recuerdo de su rostro en mi mente. Vivo, asustado, pequeño, pecoso y sonrojado. El resultado fue un bosquejo burdo de lo que sus facciones alguna vez fueron, o casi. 

Alguna vez... Ni siquiera la escuché hablar, sólo conocí sus ojos asustados y confundidos, y ni eso duró mucho tiempo. De su rostro sólo vi la mitad, las pecas de sus hombros las logré atisbar, y parte de su espalda pálida, también pecosa. El color de su cabello no lo recuerdo, la farola del bar le daba un brillo rojizo, pero yo la imagino morena, le pega mejor a su recuerdo. Y las cejas finas, y los labios llenos, y la nariz pequeña...Y los ojos asustados y confundidos. 

Yo estaba en ese bar por casualidad, y casi nunca tengo una casualidad memorable. Fue acaso casualidad que yo hubiera salido, o que la hubiera escuchado suspirar y jadear. Afortunado yo, ella no tanto... Yo encendía un cigarrillo cuando vi la mitad de su rostro, atisbé las pecas de sus hombros y de su espalda pálida, y los ojos asustados y confundidos. 

Después me urgió ir al servicio. 

Al día siguiente el callejón del bar estaba repleto de policías con rostros serios y cintas rezando prohibido el paso. Luego se escuchaba de ella en las noticias, en los periódicos, conversaciones en las paradas de bus y demás vías de comunicación. 

No tuve curiosidad por conocer de ella, me bastaba con la mitad de su rostro, las pecas difusas en sus hombros y en su espalda pálida. 

Ah, y los ojos asustados y confundidos.