domingo, 12 de agosto de 2012

Mejores amigos III

Parte III

Julián se encontró frente a un portal viejo, con un dedo presionado en un timbre que chilló al segundo, sin notarlo. Después se abrió la puerta, y miró a Shana, que estaba pálida y con los ojos acuosos.

—¿Estás...? — Dejó que el resto de la frase le flotara hasta el oído por su cuenta, él no quería preguntar. Ella asintió y se limpió los rastros de sangre del labio.

—Sí, todavía. —Le aseguró Shana, afirmando que era la de siempre. Sólo que con el pelo enmarañado y las ropas húmedas con sangre.

Él no quiso cerciorarse, sin embargo, y sólo pasó por su lado al penumbroso pasillo. De espaldas a ella, su rostro se afligió pensando en el porvenir de Shana, en el suyo. En el de ambos. Entonces volvió su cara, y la vio con la mirada baja, los labios tensos y ya no quiso pensar más.

Se acercó a su lado, palmeó su cabeza y le besó la frente.

—Vamos a estar bien. Yo estoy contigo, ¿de acuerdo? —Le preguntó, se preguntó. Ella asintió, confiaba en él. Julián no sabía, él nunca pudo confiar en sí mismo; y en Shana...

Ella sonrió; mostrando unos dientes manchados de sangre, una sonrisa que no era de ella, sino de lo que sería. Una sonrisa que lo desarmó, y que le hizo saber... Pero no podía dejarla, nunca podría.

Aunque Shana le mostrara los colmillos llenos de sangre, aunque le saltara al cuello como lo hizo con su padre.

Julián siempre estaría con ella... Condenado con ella.

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