viernes, 3 de mayo de 2013

Ellos, los que viven soñando.

Manuela sueña con cielos color malva, nieve de confeti y vientos sabor a chocolate. Imagina el mundo sobre su cabeza, girando en sentido contrario, con mares tibios y claros. Por el campo de grama, que refleja el color del cielo, que acaricia la planta de sus pies desnudos. Manuela en medio de todo, flotando, sonriendo y durmiendo. Y el sol le calienta los hombros de miel y le colorea las mejillas con pétalos de rosas rojas. Y ella sueña, con un tiempo que no existe.

Rodrigo siempre corre. Rápido y sin pausa, con la respiración calmada, los ojos entrecerrados y acuosos. El cabello rebelde que le huye al viento, los brazos que arden, las piernas y pies que gritan con cada paso largo. Él siempre corre, despacio y calmado. El hormigueo acompasado de los dedos, el estómago tibio, lleno de mariposas revueltas. Hay veces que los ojos lloran por la luz del sol, por el viento que corta y enfría, otras porque la realidad no existe cuando Rodrigo sueña que corre.

Juli combate con monstruos cuando oscurece. Los combate con su espada de cristal, que a veces es de fuego, ardiente y salvaje. Con unos ojos que no temen nada, los vence con la habilidad de un héroe, con la valentía de un hombre fuerte. Juli los ve huir a la distancia, a los fantasmas y a las criaturas que siempre tienen forma de sombra; a las que se esconden bajo camas, tras puertas, y en la nubosidad de la mente. Juli los ve, los enfrenta y los vence. Porque él es fuerte y valiente, el único héroe de sus sueños. Juli combate con monstruos, cuando duerme, y los vence siempre.

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