jueves, 20 de septiembre de 2012

oh, cafeína, dulce cafeína.

No quiero escribir, lo que quiero es mucho helado... De café y de tiramisú, juntos en una taza muy grande...

En fin, no quiero escribir. Estoy de paro hasta nuevo aviso.

pd: No es que no quiera, es sólo que no tengo inspiración. Y además quiero cafééééééééééé. :)

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Mejores amigos V

Parte V

El amanecer sigiloso sorprendió a Julián desvelado, con los ojos irritados y cansados y el cuello agarrotado. Shana dormía aún, yaciendo plácida sobre un montón de papel periódico en el piso polvoroso, cuatro metros lejos de él; o Julián a cuatro metros lejos de ella.

Él se avergonzaba de su posición, acuclillado en la esquina, distante y precavido. Fue un impulso de  madrugada, un escozor en la espalda, justo donde la respiración pausada de Shana le calentaba el omóplato.  Se avergonzaba de haberse levantado aprisa de su lado, temeroso; también de haber vigilado, con recelo, su sueño. Y más avergonzado estaba de haber creído que le saltaría encima en cuanto se durmiera.

—¿Qué carajos estoy haciendo? —Susurró cansado, peinó su cabello grasoso, restregó sus ojos rojizos y se puso de pie. Salió por la ventana rota ocultando un bostezo con una mano, mientras la otra se agarraba del marco, y lo impulsaba hacia afuera. Un aire frío le abrazó en seguida, mordiéndole las mejillas y lamiendo su cuello descubierto.

Caminó alrededor de la casa olvidada, que habían conseguido como refugio, hasta llegar a un camino que se perdía entre arboles frondosos y sucios. No se sentía a gusto acompañado de tanta naturaleza muda, pero prefería el frío al miedo y al recelo que le acosaban cuando estaba con ella.

Ofuscado, y repentinamente acalorado, se arrodilló frente al tronco de un pino prominente. Sintió el pecho oprimido, un sudor frío en las manos, el vello erizado en los brazos y un quejido que le brotó de los labios resecos. Un pequeño recuerdo de sus ataques de pánico, los cuales no sufría desde que Shana le robó sus días.

Pero éstos se perdían en la espesura de un futuro incierto, escondidos en los ojos de una Shana que reconocía apenas. Y sus días se iban, y sus ojos se perdían y no eran los mismos.

¿y qué haría él cuando los ojos de ella no fueran los de Shana?

¿y como haría él sin esos ojos?


Hola, ¿qué tal les va? 

Este capítulo fue duro para escribir. Siempre las partes con Julián me cuestan un poco, Shana es más fácil de redactar... En fin, no he actualizado mucho, escrito mucho tampoco... Mi mente justo ahora está catastróficamente liada. Y no es de esos líos que me gusta transcribir, no. Es de esos que ni siquiera deseo tener. Ja, y yo tan acostumbrada a evitarlos, me cayeron encima sin piedad... 

Espero estén mucho mejor que yo, les deseo un muy bonito día.

Saludos y hasta pronto, mentes ávidas.

"Me cansé de que no me oyeras nunca"

Tenía ojos en la boca, pues era de esas; de las que hablaban más con los ojos que con la lengua. Pero no lo digo por eso. Sino porque ella sabía mirarte con la boca. Me conocía, y conocía a todos con la boca. No tiene sentido, claro. Pero es que ella nunca tuvo sentido. Era más bonita así, sin sentido. Toda retorcida y tonta.

Pero después empezó a hablarle con la boca a otro. Con la boca, a mi nunca me habló con la boca. Yo pensaba que ella sólo hablaba con los ojos. Pero con el otro se reía incluso, a carcajadas se reía. No sé cómo. Por qué tampoco. Ni siquiera sabía qué pasaba. ¿Desde cuándo ella se ríe a carcajadas?, yo me decía.

Con el tiempo dejó de mirarme. Lo que se traduce a que dejó de hablarme. Como antes, me refiero. Porque  vivíamos juntos, sería imposible que no nos habláramos en absoluto. Pero ella casi lo hizo, dejó de hablarme con los ojos.

Un día la miré mucho rato. Como tratando de buscarle el "ya no te quiero conmigo" en la mirada oscura que tiene. No encontré nada, nada aparte de un hastiado y chillón "deja de mirarme así, sabiondo". ¿Qué podía hacer? Antes era bonita, toda retorcida y tonta. No me sentía bien con la conversadora lengua que presumía. No era la misma. Había cambiado.

Claro, que tampoco me esperaba lo que me pasó. No... No lo esperaba, para nada lo esperaba. Llegué un día a casa, con el mismo humor de siempre. Esperando encontrarme con esos ojos que ya no me decían nada, ocultos tras un cristal de aumento... Pero no. Nada...

Se había ido, los ojos mudos, la boca ahora parlanchina. Todo, incluso su ropa cursi y ajustada. Se había llevado hasta el loro, mi loro... Bueno, nuestro loro. Y lo único que me pudo dejar fue una nota... No una nota bonita, no. Un garabato tras una propaganda de viagra. No sé por qué tendría yo una propaganda de esas en la mesa. Pero la tenía, y ahora estaba incluso garabateada. Una linea corta, que no tenía ningún sentido.

"Me cansé de que no me oyeras nunca"