jueves, 22 de septiembre de 2011

Ahora somos reales.

Estás allí. 
Hablando de grandes hazañas. 
Riendo de tontas bromas. 
Sonriendo de placer indecente... 

No me ves, pero sé que me sientes.
Eres el único que lo hace.
Y me ignoras. 
Ignoras el frío en tu espalda.
El escalofrío en tu nuca.
Y mis labios en tu oreja...

"¿Me oyes?"
Y sé que lo haces.
Pero me ignoras nuevamente.
Dejas la bebida a un lado.
Porque crees que ya has tomado demasiado.
 Porque me has escuchado...

Te oigo decir adiós.
Te ríes de un chiste mal logrado.
Y borras la sonrisa cuando pasas frente a mi.
Tu auto está lejos.
Aparcado junto a una farola parpadeante.
"¿Tienes miedo?"
Y miras hacía atrás asustado.
Sí, tienes miedo.

Me sientes caminar tras de ti.
Pero no te giras a encararme.
Porque sabes que no hay nadie.
Pero me sientes.
Y yo lo sé.
El viento susurra una melodía fúnebre.
Y te detienes de repente.

Tus zapatos no son interesantes.
Pero aparentas que lo son.
Analizando el diseño elegante,
y el color vanguardista.
O simplemente, 
ignorando mi presencia.

"¿Me sientes?"
Tus manos se convierten en puños,
fuertemente cerrados.
Presionas tus parpados y,
Miras hacia el cielo.
"Sí"
Te escucho.
Tu voz no ha temblado,
pero puedo sentir el miedo escondido.
No veo tus ojos,
pero sé que están brillantes.
El azul iluminado por un farol amarillento.

"Lo siento"
Y lo dices tan bajo,
Cómo queriendo que el ulular de viento lo calle.
Pero te he oído.
"Lo siento"
Repites. Y lo murmuras muchas veces.
Muchas veces.
Muchas...

Me he quedado en medio del camino.
Tú ya no estás.
Y ya no puedo verte.
Tu auto tampoco está.
Te has marchado y no lo he notado.

Llego a tu casa.
Está oscura y callada.
No escucho nada,
Ni tu corazón palpitando,
Ni la televisión encendida.
"¿Donde estás?"
Te susurro.
El pasillo está silencioso.
Y la sala también...

La luz de tu recamara se enciende.
Y sé que estás allí.
En la puerta,
Observo tu espalda frente a mi.
Miras al frente,
Imperturbable. 
Y cuando toco tu hombro,
No tiemblas como acostumbras.

"¿Qué harás?"
Te pregunto.
No espero que me respondas.
Pero lo haces.
"Lo que debí hacer hace mucho"
Y el arma entra en tu boca.
Y la bala sale de tu cabeza.

Si existiera, si yo no fuera cómo el aire.
Tu sangre estaría manchado mi rostro.
Pero en vez de eso,
Ahora dibuja en la pared del pasillo,
Un mancha sin forma.
Un salpicado que se desliza por el tapizado,
De un atrayente color oscuro.

"Elena"
Mi nombre en tú labios suena extraño.
Mucho tiempo pasó,
Desde la última vez que escuche tu voz.
"Elena"
Y ahora mi nombre,
No parece tan ordinario como creía.
"Elena"
Se escucha suave,
"Elena"
Y extrañamente real.
"Aquí estoy Elena"
Y allí estás.
Sonriéndome,
Cómo hacías antes.
Ofreciéndome tu mano,
Mirándome...

Tu tacto es fuerte.
La presión que haces en mi mano es suave.
Leve y abrasadora.
Casi había olvidado cómo se sentía.

"Aquí estás Miguel"
Me sonríes con tristeza.
Con pena y vergüenza.
Te miro con ansia,
Con amor y ternura.

Tus ojos son azules.
Y de cerca puedo ver el cielo en ellos.
Así cómo tu ves las estrellas en los míos.
"Ahora somos reales".


Gabriela.